Mensaje de: Isabel. Edad: más de 60 años.
Primera capilla

Solo un par de veces pude participar de unos días de Ejercicios en Buenafuente… suficiente para quedar “amiga” y agradecer que así se nos llame y se nos trate. El compartir la liturgia del monasterio -me quedó la costumbre de inclinarme al decir “gloria al Padre…” reconociendo la presencia trinitaria- entre un gran grupo de personas desconocidas y a la vez unidas, en comunión. El participar en las pequeñas actividades de la casa, haciéndonos sentir en la nuestra. La posibilidad de caminar en medio de una naturaleza sencilla, agreste, cuidada solo por la mano creadora y ofrecida como descanso… Y sobre todo el silencio roto solo ¿o acompañado? por el sonido de ese agua corriendo siempre al final del templo, guardando nuestras espaldas y ofreciéndosenos -la pidiésemos o no- para nuestra sed… “¡Qué bien sé yo la fonte que mana y corre, aunque es de noche!” Gracias, Dios, porque nos ofreces de tu agua para el camino, por manos de quienes no conocíamos y quedan para siempre como experiencia de amistad… de esa que dice Teresa de Jesús: “tratar de amistad estando muchas veces tratando a solas con Quien sabemos nos ama”. Gracias también, P. Ángel, por el testimonio de ese “trato de amistad” vivido con el Señor y ofrecido como casa abierta en Buenafuente del Sistal. ¡Feliz celebración!

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