No sabría resumir en pocas palabras lo que supone y ha supuesto para nuestra familia vivir la Pascua en Buenafuente. Quizá con la palabra REGALO del Cielo pues poder acompañar al Señor de un modo tan auténtico, juntos como familia, no se podría pagar con dinero. Personalmente, siempre llego llena de ruido y con mi cabeza llena de mil cosas. Según van pasando los días, me voy serenando. La liturgia tan solemne, el Via Crucis subiendo el monte, la bajada a la ermita para acompañar a la Virgen el sábado y de un modo especial, la música de Ignacio y Virginia me hacen saborear el Cielo. Cierro los ojos y me siento rodeada de ángeles que cantan a mi alrededor y me veo en el Tabor, con Jesús transfigurado a quien puedo contarle todas mis cosas. Después Él me dice: “hala, coge la mano de mi Madre, que ya toca bajar del monte” y entonces vuelvo a Madrid con esa paz que tanto necesitaba y necesito, con las fuerzas renovadas para seguir trabajando con Ella, “para en Reino y Gloria De Dios”. Gracias Ángel y gracias Señor por este regalo para nuestra familia. Que Dios nos permita seguir viviendo por muchos años esta Pascua en Buenfuente, compartiendo con tantos amigos que ya son “hermanos” y Dios nos conceda ver a los hijos de nuestros hijos entregando “flores” a Jesús y cantando exultantes con nosotros : Aleluya, Aleluya, JUBILATE, Aleluya!!!
entre 51 y 60 años.
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