“Es la Palabra de Dios la que suscita la fe, la alimenta, la regenera. Es la Palabra de Dios la que toca los corazones, los convierte a Dios y a su lógica, que tan distinta es de la nuestra; es la Palabra de Dios la que renueva continuamente nuestras comunidades… ”

— Papa Francisco

Muy pronto los primeros cristianos sufrieron persecución y algunos de ellos compartieron con la palma de martirio la suerte de Jesús. Sabemos que el primer mártir fue el diácono Esteban, y Santiago el primer apóstol condenado a muerte por Herodes.

Este III Domingo de Pascua volvemos a escuchar la aparición de Jesús a los discípulos reunidos en el Cenáculo. Los discípulos le dan de comer pez asado y, según San Juan, Jesús les espera en Galilea a la orilla de la playa con un pez sobre las brasas. La Eucaristía es el sacramento en el que Cristo se nos da, para que nos entreguemos

Un lema evangélico, personalizado por Jesús, es “servir”. “El que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo”. La Iglesia ha restablecido el ministerio de los diáconos permanentes, y sigue invitando al laicado para asumir diferentes servicios eclesiales. Es momento propicio para ofrecer las propias capacidades, a la vez que de extender los ministerios eclesiales.

La confianza de los que actúan según Dios, se demuestra en el abandono confiado en sus manos. Hoy necesitamos testigos esperanzados, confiados, abandonados en las manos de Dios y arriesgados, creyentes en la Providencia divina.

Hoy se proclama el núcleo de la fe: “Jesucristo que padeció, murió, resucitó, y ha sido exaltado por Dios a su diestra”.  No profesamos una doctrina, sino la pertenencia a una persona que vive y nos ha revelado la misericordia divina.

Perdón, Jesús, por mis dudas, ¡Señor mío y Dios mío!

Perdón, Jesús, por mi increencia, ¡Señor mío y Dios mío”
Perdón, Jesús, por mi escepticismo, ¡Señor mío y Dios mío!
Perdón, Jesús, por exigir señales de tu presencia, ¡Señor mío y Dios mío!

La referencia a las primeras comunidades cristianas siempre es un motivo de esperanza. La solidaridad, la comunión, la mutua referencia, se convierten en llamada permanente de renovación.

TEXTO BÍBLICO “El Señor, por su cuenta, os dará un signo. Mirad: la virgen está…

Vengo ante ti, Señor. Sé que estás, mas no te veo.
Te miro, sin poder describir tu rostro,
y sé que me miras con ternura.
En soledad aparente, no estoy solo, ni el silencio es la razón de este encuentro.

TODO SE HA CUMPLIDO. Los cinco sentidos han sido afectados por la Pascua. Los discípulos y las mujeres han visto y han creído. Jesús se deja abrazar y palpar. El resucitado les pide de comer y se manifiesta en la fracción del pan. El Señor, en las diferentes apariciones, les dirige la palabra.

Si se quiere comprender mejor la Sagrada Escritura, aunque esté formada por 72 libros, al ser el Espíritu Santo el autor último de toda la Revelación, cabe y es recomendable leer un texto en el contexto mayor.

Toda la Biblia se comprende desde Cristo. Desde la Pascua se comprende la Creación. Porque Cristo ha resucitado, queremos conocer lo que hizo y lo que dijo. Solo desde Cristo se comprende la Biblia.