
Año de oración
TEXTO
“Piedad de mí, Señor, que a ti te estoy llamando todo el día; alegra el alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia ti, Señor; porque tú, Señor, eres bueno y clemente, rico en misericordia con los que te invocan. Señor, escucha mi oración, atiende a la voz de mi súplica” (Sal 85, 3-6).
COMENTARIO: ORAR
En el proceso de la lectura orante, una vez que se ha leído la Palabra y meditada, surge la respuesta. De la cuestión ¿Qué me quiere decir Dios a mí a través del texto revelado? Surge ¿Qué deseo responderle?
La oración es una relación teologal, trascendente, sostenida por la fe, sabiendo que a quien se dirige escucha. Dios está atento a la voz que suplica, aunque parezca que no responde. “Señor, escucha mi oración, que mi grito llegue hasta ti; no me escondas tu rostro el día de la desgracia. | Inclina tu oído hacia mí; cuando te invoco, escúchame enseguida” (Sal 101, 2-3).
La oración es una necesidad del que se siente criatura, se experimenta y se goza gracias al don de la fe. Es experiencia de benevolencia y misericordia divinas. El creyente, recibida en su corazón la Palabra y meditada, responde, dirigiéndose a Dios, de distinta forma, desde el silencio a la súplica, desde la alabanza al grito de auxilio, desde la respuesta obediente a la moción recibida a la petición de perdón.
PROPUESTA
No dejes de orar