Año de oración
TEXTO
¿Qué es más fácil, decir: “Tus pecados te son perdonados”, o decir: “Levántate y echa a andar”? Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar pecados —dijo al paralítico—: “A ti te lo digo, ponte en pie, toma tu camilla, vete a tu casa”» (Lc 5, 23-24).
COMENTARIO: PERSONALIZAR
Un riesgo posible, cuando se lee y sobre todo cuando se escucha la Palabra de Dios, es pensar en lo bien que le viene al prójimo la afirmación o propuesta que aparece en el texto. Esta actitud choca con la llamada que nos hace la revelación a cada uno de nosotros. Nunca se debe aplicar de manera moralista el mensaje a terceros, sino a uno mismo. Jesús señala en el Evangelio: “Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás vale para el reino de Dios” (Lc 9, 62). Más explícitamente: “Pedro dice a Jesús: ‘Señor, y este, ¿qué?’. Jesús le contesta: ‘Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué? Tú sígueme’” (Jn 21, 21-22).
“Lo fundamental en la formación es la relación entre la persona y el evangelio” (Carlos del Valle). Esta frase se puede aplicar al creyente que se encuentra ante la Palabra de Dios, quien debe asimilar su mensaje como dirigido a uno mismo.
Es conocida la historia que narra san Atanasio sobre la vida de san Antonio Abad, quien, tras la muerte de sus padres, escuchó el pasaje en que el Señor dice al joven rico: “Si quieres ser perfecto, vende lo que tienes y dáselo a los pobres; luego ven, sígueme, y tendrás un tesoro en el cielo” (Mt 19, 21). Como si Dios le hubiera puesto el recuerdo de los santos y como si la lectura hubiera sido dirigida especialmente a él, Antonio salió inmediatamente de la iglesia y dio la propiedad que tenía de sus antepasados. (https://surco.org/sites/default/files/Vida_de_San_Antonio.pdf)
PROPUESTA
Personaliza la Sagrada Escritura.