TEXTO BÍBLICO
Jesús les dice: «Muchachos, ¿tenéis pescado?». Ellos contestaron: «No». Él les dice: «Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis». La echaron, y no podían sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo a quien Jesús amaba le dice a Pedro: «Es el Señor». Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos doscientos codos, remolcando la red con los peces. Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan. Jesús les dice: «Traed de los peces que acabáis de coger» (Jn 21, 5-10).
COMENTARIO
En cada uno de los relatos pascuales encontramos una referencia que atrae la atención. Hoy resalta el verbo pescar, y los términos pescado y peces. No es indiferente la reiteración de los vocablos si tenemos en cuenta el acróstico griego ἰχθύς, que significa pez, tomado por los primeros cristianos como contraseña: Jesús, Cristo, Dios, Hombre, Salvador.
IMAGEN: LOS PECES
¿Cómo no evocar el pez de Jonás, profecía del Misterio Pascual, que asume el mismo Jesús? El pez de Tobías cura la ceguera, visión necesaria para ver y creer. Es muy significativo el pez que ofrece las monedas para que Jesús y Pedro paguen las tasas al telonio del publicano. El Resucitado se ofrece en almuerzo en forma del pez sobre las brasas, y nos incorpora para ser todos parte de la misma mesa.
PROPUESTA
¿Te sientes una misma cosa con Jesús, al invitarte a sumar a su ofrenda la cosecha de tu esfuerzo?
