TEXTO EVANGÉLICO
“Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa. María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume.” (Jn 12, 1-3)
UNDÉCIMA ESTACIÓN DEL VIA CRUCIS: JESÚS ES CLAVADO EN LA CRUZ
“Tomaron a Jesús, y, cargando él mismo con la cruz, salió al sitio llamado «de la
Calavera» (que en hebreo se dice Gólgota), donde lo crucificaron; y con él a otros dos, uno a cada lado, y en medio, Jesús (Jn 19, 16-22).
«Este es Jesús, el rey de los judíos». Crucificaron con él a dos bandidos, uno a la derecha y otro a la izquierda. Los que pasaban, lo injuriaban, y meneando la cabeza, decían: «Tú que destruyes el templo y lo reconstruyes en tres días, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, baja de la cruz» (Mt 27, 35-39).
CONSIDERACIÓN
No parece lógico que quien es crucificado, sometido y dominado, hable de hacernos libres: “Si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres” (Jn 8, 36). Nadie más libre que aquel que es capaz de entregar su vida por amor. “El que pierda su vida por mí, la encontrará” (Lc 10, 39). “Yo entrego mi vida para poder recuperarla” (Jn 10, 17). Revelación paradójica: “El mensaje de la cruz es necedad para los que se pierden; pero para los que se salvan, para nosotros, es fuerza de Dios” (1Cor 1, 18).
Quien sabe mirar a la Cruz de Cristo descubre el antídoto contra la desesperanza, y contra el veneno de la desesperación.
“Oye, pastor, pues por amores mueres,
no te espante el rigor de mis pecados,
pues tan amigo de rendidos eres.
Espera, pues, y escucha mis cuidados,
pero ¿cómo te digo que me esperes,
si estás para esperar los pies clavados?” (Lope de Vega)
PREGUNTA
¿Descubres el sentido de la Cruz? ¿Te quitan la vida, o eres tú quien la da?
