VUELTA A GALILEA
“Después de esto, se manifestó Jesús otra vez a los discípulos a orillas del mar de Tiberíades. Se manifestó de esta manera. Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los de Zebedeo y otros dos de sus discípulos. Simón Pedro les dice: «Voy a pescar.» Le contestan ellos: «También nosotros vamos contigo.» Fueron y subieron a la barca, pero aquella noche no pescaron nada. Cuando ya amaneció, estaba Jesús en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús. Díceles Jesús: «Muchachos, ¿no tenéis pescado?» Le contestaron: «No»” (Jn 21, 1-5).
COMENTARIO
La escena se ubica a las orillas del Mar de Galilea y recordamos que los otros evangelios insisten en que se debe volver a Galilea para ver al Resucitado. Este retorno a la tierra de origen del Evangelio puede significar una pedagogía recomendada para momentos traumáticos y de desaliento, como los que vivían los discípulos, una vez muerto Jesús.
Volver a Galilea, al Mar de Tiberíades, cabe que se interprete como volver a lo se era antes de la experiencia de fe y de seguimiento de Jesús, como hicieron los discípulos, que retornaron a sus trabajos habituales, sin tener en cuenta la experiencia pascual. Y ese retorno les enfrenta con la noche, el vacío, la pérdida de la destreza que les daba seguridad, la de pescar, cuando reconocen haber estado toda la noche, sin pescar nada.
El relato fija la hora en la que aparece Jesús en las orillas del Mar de Tiberiades: al amanecer. Se cumple el ciclo pascual, la oscuridad, la noche, el vacío, la crisis, y la presencia del que vence a las tinieblas y a la muerte. Quizá, muchas veces hay que palpar el límite, y el agotamiento de nuestras prepotencias para abrirnos a la relación teologal.
PROPUESTA
¿Cuál es tu Galilea, tu tarea emancipada o tu obediencia al Señor?
ORACIÓN
¡Ven, Espíritu Santo, y danos el Don de Sabiduría!
