Déjame que hoy te comparta
El esplendor de la nieve,
El silencio embellecido,
La soledad con guirnaldas.
Déjame que te introduzca
En los secretos del alma,
En la anchura dilatada,
En la certeza del alba.
No podrá el mal al bien,
el hielo a la madrugada,
Como no puede el pecado,
Al manto de la nevada.
Hoy se nos apiada el cielo,
De tanta sequía extrema,
Y se enjuga el corazón
por visita tan interna.
Huella invisible y cierta
que en esta hora acompaña
la de Quien rige el tiempo
y aparece en la montaña.
Y me quedaré extasiado
No obstante el dolor del alma,
Al ver que cabe belleza
y el brillo de las lágrimas.