TEXTO BÍBLICO
“En verdad, en verdad os digo: El Hijo no puede hacer nada por su cuenta sino lo que viere hacer al Padre. Lo que hace este, eso mismo hace también el Hijo, pues el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que él hace, y le mostrará obras mayores que esta, para vuestro asombro. Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a los que quiere. Yo no puedo hacer nada por mí mismo; según le oigo, juzgo, y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió” (Jn 5, 19-21.30).
COMENTARIO
El secreto de Jesús es saberse amado de Dios, su Hijo amado. Desde esta conciencia se explica la total confianza en su Padre y el abandono en sus manos. La tentación humana es la de emanciparse de Dios; la revelación divina es ser testigo del querer divino. Un principio que recorre la Biblia es el de no tener propia voluntad y abrazar enteramente la voluntad de Dios, no solo por elección, sino también por aceptación de lo que sucede.
IMAGEN: EL HIJO AMADO
Jesús, en su conversación con Nicodemo, revela: “Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él” (Jn 3, 16-17). Jesús lleva a cabo la voluntad de su Padre de entregar la vida para el perdón de los pecados de la humanidad.
LA VOLUNTAD DIVINA
A veces, aun siendo cristianos, nos da miedo invocar que se haga sobre nosotros la voluntad de Dios y, sin embargo, nadie como Dios tiene mejor proyecto para cada uno. Los santos han comprendido este secreto, y se han abandonado, como Jesús, en las manos divinas.
PROPUESTA
¿Te fías de Dios?