“Tomaron ramas de palmera y salieron a su encuentro gritando: «¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor, y el Rey de Israel!» (Jn 12, 13)
LA PALMERA
La palmera y su dulce fruto evocan el Cantar de los Cantares: Me dije: “Subiré a la palmera, recogeré sus frutos” (Ct 7, 9). Y según el texto evangélico, también hace alusión a la acogida a Jesús como Mesías, el Domingo de Ramos. Con palmas y ramos fue aclamado el que viene en nombre del Señor. El Adviento nos invita a recibir a Jesús, y en muchos lugares toman protagonismo el árbol de Navidad, los villancicos, la actitud gozosa porque nos visita el Señor.
EL JUSTO
El hombre justo “es como árbol plantado a las orillas del agua, que a la orilla de la corriente echa sus raíces. No temerá cuando viene el calor, y estará su follaje frondoso; en año de sequía no se inquieta ni se retrae de dar fruto” (Jr 17, 8). Mantenerse junto a la corriente, que es la gracia, se percibe a través de los sacramentos, y ello nos asegura la lozanía y los frutos. Quien practica la justicia y la misericordia, se parece a la palmera que crece junto al manantial, no tiene miedo a la sequía, como sucede en las fuentes de Engedí: “Como palmera me he elevado en Engadí” (Ecco 24, 14). El Adviento nos invita a acercarnos a las fuentes bautismales y a renovar nuestra adhesión a quien es el manantial de agua viva.
PROPUESTA
¿Te sientes seco o frondoso; estéril o con frutos?
