“Padre: te ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por estos que tú me diste, porque son tuyos. No solo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.” (Jn 13, 9.20)
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