NANA A LA VIRGEN
Pequeña María, nacida en Sión,
Aurora del día, comienzo del alba,
destello profético de la luz del sol.
Tú, la sin pecado, exenta de mal,
éxtasis divino, jardín de Dios,
Obra maestra de tu Creador.
El mundo se alegra al verte preciosa.
¿A quién te pareces? ¡Reflejo de Dios!
Espejo humanado del mayor Amor.
Albricias hermanos, ya tenemos madre,
entrañas que alumbran al Hijo de Dios,
al Verbo hecho carne, nuestro Redentor.
Solo Dios conoce el acontecimiento,
de la Nazarena llenada de gracia,
perla preciosa, regazo interior.
Todo sigue igual y todo es diferente.
Ya no caminamos sin luz en la noche.
La tiniebla es vencida en este alumbramiento.
Nos felicitamos por el nacimiento
de quien, escogida como mediación,
dará a luz al mundo a su Salvador.
Recibe mi niña el cántico celeste,
y de los mortales también homenaje,
porque tú eres la aurora del día sin fin.
Sumaos sonajas, címbalos y flautas,
Resuene el sofar, anuncio sagrado,
Y cantemos todos: “¡Feliz Natividad!”