Recinto en soledad, poblado de silencio.
Belleza derramada, más allá de lo narrable.
Entrado más adentro, llevado de la mano
de mensajero invisible, al soto de recreo
Espejo del alma, azul del cielo.
Brisa mecida, sobre el agua rizada
Quise oír la presencia, ver el destello
de la sombra alargada. Necesidad de amar.
Mas todo era deseo. Lo real es silencio.
Lo tangible, humano y toqué
lo sagrado. La herida del costado, la señal del anhelo,
mantuvo mi esperanza. Mas todo era silencio.
Y abandoné el proyecto de sentir abrazo, y me envolvió el viento, la luz atardecida.
No sé si es invento, si solo es figura,
anhelo, necesidad, deseo… Lo cierto es silencio.
Y anduve tras los pasos perdidos desde antiguo,
de monjes y de santos, por claustros remecidos
de sonora soledad, de silencio llenos
de oración queda, y de virtuosos ecos.