“Te adoramos, Cristo, y te bendecimos, porque por tu Cruz redimiste el mundo”
Señor, porque Tú fuiste vendido, traicionado, y negado, hoy cabe descubrir un sentido redentor en momentos de soledad, de abandono, y de infidelidad.
Porque Tú lloraste, sentiste tristeza, viviste momentos de angustia, hoy nos ayudas a encontrar o a esperar algún sentido en circunstancias de desolación.
Porque Tú fuiste insultado, vejado, herido, no es morboso trascender las pruebas ni enfermizo consolarse en tus llagas.
Porque Tú padeciste la distancia de los tuyos, la huida de los amigos, el grito injusto que pedía tu muerte, cabe llegar al heroísmo de fiarse de Dios en hora tan extrema, y entregar la vida por amor.
Porque Tú llevaste la cruz sobre tus hombros, sufriste el despojo de tus vestidos, el desprecio y la burla, nos das la posibilidad de interpretar nuestro despojo como título solidario de tu Pasión.
Porque Tú fuiste crucificado, blasfemado, atravesado con la lanza, los desechados, proscritos de nuestra sociedad llevan tus señales redentoras.
Porque Tú te abandonaste en manos de tu Padre, confiado en Él entregaste tu espíritu, y has vencido a la muerte, cabe la esperanza de que nada se pierde y de que los que comparten contigo la Cruz y la muerte se convierten en testigos de tu resurrección.