Desde los albores del cristianismo, los discípulos, guiados por el Espíritu Santo, comprendieron que la noticia de la Pasión, muerte y resurrección de Jesucristo era un acontecimiento para ser anunciado más allá de las fronteras de Jerusalén. Sin embargo, también hubo resistencia por parte de los judeo-cristianos, quienes veían la fe en Jesús como una adición a la religión judía.

Acércate al regazo del Buen Pastor y escucha su voz susurrándote al oído: “Yo soy el Buen Pastor. Doy mi vida por mis ovejas. La entrego libremente. Conozco a cada una de ellas.”

El Evangelio que se proclama este día pertenece al discurso del ‘Pan de vida’, en el cual Jesús anunció el misterio de su presencia en el sacramento de la Eucaristía. Ante esto, muchos de sus discípulos se escandalizaron y lo abandonaron. Debió ser una situación muy dramática para el Maestro, al ver la falta de acogida al núcleo de su enseñanza por parte de los discípulos.

La gracia puede más que la ideología. “Las cosas de Dios suceden de su mano”. “Dios da el pan a sus amigos mientras duermen”. El encuentro de Saulo con Jesús es el acontecimiento que describe la transformación posible de incrédulo a creyente, de perseguidor a apóstol.

Observamos el acompañamiento que brinda Felipe, el uso de las Escrituras para explicar el pasaje bíblico, la celebración del bautismo y, por último, la desaparición del diácono de la escena. Estos elementos son fundamentales en el ejercicio del acompañamiento espiritual: acompañar, iluminar con la Palabra, celebrar la fe y desaparecer, sin buscar protagonismo ni crear dependencia.

Cuando se interpretan los acontecimientos a partir del final, a menudo se descubre un sentido providencial, aunque en el momento de los hechos puedan ser percibidos de manera negativa, tal como sucede en el pasaje que hoy se nos propone meditar.

TEXTO BÍBLICO “Esteban, lleno de Espíritu Santo, fijando la mirada en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios, y dijo:…

Muy pronto los primeros cristianos sufrieron persecución y algunos de ellos compartieron con la palma de martirio la suerte de Jesús. Sabemos que el primer mártir fue el diácono Esteban, y Santiago el primer apóstol condenado a muerte por Herodes.

Este III Domingo de Pascua volvemos a escuchar la aparición de Jesús a los discípulos reunidos en el Cenáculo. Los discípulos le dan de comer pez asado y, según San Juan, Jesús les espera en Galilea a la orilla de la playa con un pez sobre las brasas. La Eucaristía es el sacramento en el que Cristo se nos da, para que nos entreguemos

Un lema evangélico, personalizado por Jesús, es “servir”. “El que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo”. La Iglesia ha restablecido el ministerio de los diáconos permanentes, y sigue invitando al laicado para asumir diferentes servicios eclesiales. Es momento propicio para ofrecer las propias capacidades, a la vez que de extender los ministerios eclesiales.

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