Jornada mundial de oración por las vocaciones de especial consagración
TEXTO BÍBLICO
“Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo las roba y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas. Yo soy el Buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a esas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo Pastor. Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente».” (Jn 10,11-18)
COMENTARIO
Es el día del “Buen Pastor”, y de aquellos que reciben en la Iglesia la vocación de pastorear. El pastor tiene una gran capacidad de soledad y de silencio. Observa el viento, las nubes, las estrellas. Conoce a cada una de las ovejas y las llama por su nombre, habla con ellas, las quiere. Pasa los días con ellas, no hay descanso para el pastor.
Acércate al regazo del Buen Pastor y escucha su voz susurrándote al oído: “Yo soy el Buen Pastor. Doy mi vida por mis ovejas. La entrego libremente. Conozco a cada una de ellas.” En la cultura evangélica, el papel del pastor solía ser marginal. Sin embargo, la parábola diferencia entre el asalariado y el dueño. Jesús se presenta como el dueño del rebaño, quien, en frío o calor, con nieve o sol, siempre vela por el bienestar de sus ovejas. Las lleva a los pastos y a las fuentes para que no les falte nada.
Jesús como el pastor bueno sabe apacentar, abrevar, sestear, guiar. Dice el poeta: “Pastor que con tus silbos amorosos/ me despertaste del profundo sueño,/ Tú que hiciste cayado de ese leño,/ en que tiendes los brazos poderosos,/ vuelve los ojos a mi fe piadosos,/ pues te confieso por mi amor y dueño,/ y la palabra de seguirte empeño,/ tus dulces silbos y tus pies hermosos./ Oye, pastor, pues por amores mueres,/ no te espante el rigor de mis pecados,/ pues tan amigo de rendidos eres./ Espera, pues, y escucha mis cuidados,/ pero ¿cómo te digo que me esperes,/ si estás para esperar los pies clavados?” (Lope de Vega)
PROPUESTA
¿Te sabes en la mirada del Pastor Bueno?