El salmista valora la ley del Señor más que el oro: “Mi alegría es el camino de tus preceptos, más
que todas las riquezas. Más estimo yo la ley de tu boca que miles de monedas de oro y plata. La Cuaresma es tiempo propicio para la escucha de la Palabra, para discernir lo que Dios quiere para cada uno.

El Evangelio nos invita a ser tierra buena, labrada, humedecida, para que la semilla enraíce y dé fruto. “Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos? Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un árbol dañado dar frutos buenos.

Isaías 65,17-21; Salmo 29; Juan 4,43-54 “Mirad: voy a crear un nuevo cielo y una nueva tierra: de las cosas pasadas ni habrá recuerdo ni vendrá pensamiento. Regocijaos, alegraos por…

Tiempo de saberse amado. “Domingo de la alegría”, no solo porque se ha cruzado el ecuador de los cuarenta días cuaresmales, sino por el reiterado anuncio de los profetas de que viene el Redentor del mundo, enviado por Dios, a salvar y no a condenar a la humanidad.

Jesús de Nazaret rompe los moldes y las formas acostumbradas que tenían los fariseos y escribas. San Lucas, en el corazón de su Evangelio, presenta tres parábolas para mostrar hasta qué punto Jesús revela el amor de Dios en las parábolas del “Buen Pastor”, “de la dracma perdida”, y la del “Hijo pródigo”: «No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos.

En la Biblia el amor a Dios y al prójimo que pide el Mandamiento Principal es amor de ágape, desinteresado, amor de caridad. Nos dice san Bernardo que “el amor basta por sí solo. El amor no requiere otro motivo fuera de él mismo, ni tampoco ningún provecho; su fruto consiste en su misma práctica”.

La fe entra por el oído del corazón. San Benito lo atestigua en el prólogo de su Regla: “Escucha, hijo, los preceptos del maestro y préstales el oído de tu corazón”.  “Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón”. Es una llamada, no solo para percibir los mandamientos, sino también para escuchar la declaración de amor de Dios

No se puede reducir el Evangelio a un código ético, y menos a un proyecto de vida pretencioso por querer cumplir todos los preceptos. El secreto que encierra la ley del Señor, según canta el salmista, alegra, ilumina, serena, de paz, plenifica a la persona, es fuente de felicidad y de bienaventuranza.

Daniel 3,25.34-43; Salmo 24; Mateo 18,21-35 “Por el honor de tu nombre, no nos desampares para siempre, no rompas tu alianza, no apartes de nosotros tu misericordia. Por eso, acepta…

Tiempo de sanar. La recomendación del profeta Eliseo a Naamán para que se lave en el Jordán, se puede interpretar como profética, en cuanto que, en el Nuevo Testamento, el río Jordán y el bautismo en él de Jesús se convierten en ofrecimiento sacramental por el que se nos perdonan todos los pecados, y volvemos a ser como niños pequeños, limpios, sin mancha, hijos de Dios.

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