Daniel 3,25.34-43; Salmo 24; Mateo 18,21-35

“Por el honor de tu nombre, no nos desampares para siempre, no rompas tu alianza, no apartes de nosotros tu misericordia. Por eso, acepta nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde, como un holocausto de carneros y toros | o una multitud de corderos cebados” (Dan 3,34-39).

TIEMPO DE INTERCESIÓN

Si la Cuaresma es tiempo de oración, la súplica se convierte en el modo de orar más habitual,III Martes Cuaresma 2024 de manera especial en momentos en los que se siente mayor necesidad. Puede parecer que la oración de súplica es menos contemplativa. Sin embargo, los monjes y los orantes de todos los tiempos han anclado su mente en la recitación constante de una plegaria, de una breve intercesión: “Hijo de David, ten piedad de mí”.

JESÚS, NUESTRO MEJOR INTERCESOR

El Cuarto Evangelio ofrece la imagen de Jesús orante, que intercede no solo por los suyos, sino por todos los que crean en Él, gracias a la predicación de ellos (Jn 17,9.20). “No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades” (Hbr 4,15-16). “Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, siendo escuchado por su piedad filial.” (Hbr 5,7-9).

PROPUESTA

Ruego, pues, lo primero de todo, que se hagan súplicas, oraciones, peticiones, “acciones de gracias, por toda la humanidad, por los reyes y por todos los constituidos en autoridad, para que podamos llevar una vida tranquila y sosegada, con toda piedad y respeto. Esto es bueno y agradable a los ojos de Dios, nuestro Salvador, 4 que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (1Tm 2,1-4).

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