Isaías 65,17-21; Salmo 29; Juan 4,43-54

Mirad: voy a crear un nuevo cielo y una nueva tierra: de las cosas pasadas ni habrá recuerdo ni vendrá pensamiento. Regocijaos, alegraos por siempre por lo que voy a crear: yo creo a Jerusalén «alegría», y a su pueblo, «júbilo». Me alegraré por Jerusalén y me regocijaré con mi pueblo, ya no se oirá en ella ni llanto ni gemido” (Isa 65,17-19).

TIEMPO DE ALEGRÍA

Este tiempo es propicio para retornar al abrazo de la misericordia: “¡Alegraos conmigo!, he encontrado la oveja que se me había perdido”. Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse” (Lc 15,6-7). Francisco nos ha regalado la encíclica “Evangelii Gaudium”. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría. En esta Exhortación quiero dirigirme a los fieles cristianos, para invitarlos a una nueva etapa evangelizadora marcada por esa alegría” (EG 1). Santa Teresa exclama: “¡Cuán triste es, Dios mío, la vida sin ti! Ansiosa de verte, deseo morir.”

JESÚS FUENTE DE ALEGRÍA

El Papa asegura que el manantial de la alegría es Jesús: “Cuando Jesús comienza su ministerio,IV Lunes Cuaresma 2024 Juan exclama: «Ésta es mi alegría, que ha llegado a su plenitud» (Jn 3,29). Jesús mismo «se llenó de alegría en el Espíritu Santo» (Lc 10,21). Nuestra alegría cristiana bebe de la fuente de su corazón rebosante. Él promete a los discípulos: «Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría» (Jn 16,20). E insiste: «Volveré a veros y se alegrará vuestro corazón, y nadie os podrá quitar vuestra alegría» (Jn 16,22). (EG 5) La alegría de Jesús está en el corazón. Y curiosamente, a menudo es un sentimiento paradójico, como lo proclama el Evangelio en el Sermón del Monte: “Alegraos siempre en el Señor; os lo repito, alegraos. Que vuestra mesura la conozca todo el mundo. El Señor está cerca” (Mt 5,4-5).

                                PROPUESTA

“No estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo».” (Lc 10,20) “Alegraos siempre en el Señor; os lo repito, alegraos. Que vuestra mesura la conozca todo el mundo. El Señor está cerca” (Flp 4,4-5).

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