Oseas 6,1-6; Salmo 50; Lucas 18,9-14

«Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, publicano. El publicano, quedándose atrás, no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: “¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador”. Os digo que este bajó a su casa justificado, y aquel no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido» (Lc 18,10-14).

TIEMPO DE SENTIRSE PECADOR

III Sabado Cuaresma 2024Actualmente, se ha diluido la conciencia de pecado. El “falso yo” nos convierte en seres vanidosos, autónomos, sin referencia trascendente, ensimismados, egocéntricos, afirmados en las obras de nuestras manos. El Evangelio valora la actitud humilde del publicano, que se siente pecador y necesitado de misericordia. Jesús llega a decir: «En verdad os digo que los publicanos y las prostitutas van por delante de vosotros en el reino de Dios» (Mt 21,31-32).

JESÚS, AMIGO DE PUBLICANOS Y PECADORES

Jesús de Nazaret rompe los moldes y las formas acostumbradas que tenían los fariseos y escribas. San Lucas, en el corazón de su Evangelio, presenta tres parábolas para mostrar hasta qué punto Jesús revela el amor de Dios en las parábolas del “Buen Pastor”, “de la dracma perdida”, y la del “Hijo pródigo”: «No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa “Misericordia quiero y no sacrificios”, que no he venido a llamar a justos sino a pecadores» (Mt 9,12-13).

PROPUESTA

Sed humildes ante Dios, pero resistid al diablo y huirá de vosotros. Acercaos a Dios y él se acercará a vosotros. Lavaos las manos, pecadores; purificad el corazón, los inconstantes. Humillaos ante el Señor y él os ensalzará” (San 4,7-10).

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