2Crónicas 36,14-16.19-20; Salmo 136; Efesios 2,4-10; Juan 3,14-21
TEXTO EVANGÉLICO
“Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él” (Jn 3, 13-17).
TIEMPO DE SABERSE AMADO
“Domingo de la alegría”, no solo porque se ha cruzado el ecuador de los cuarenta días cuaresmales, sino por el reiterado anuncio de los profetas de que viene el Redentor del mundo, enviado por Dios, a salvar y no a condenar a la humanidad. Los peregrinos que subían a Jerusalén, al llegar a Nabí Samuel, la tumba del profeta, exultaban de alegría al divisar a lo lejos la Ciudad Santa y comenzaban a cantar el salmo 121: ¡Qué alegría cuando me dijeron vamos a la casa del Señor! Ya están pisando nuestros pies tus umbrales Jerusalén”. El mensaje bíblico es esperanzador, porque por Cristo se comprende el plan providente que ha tenido Dios, para manifestarnos su amor.
JESÚS, REVELACIÓN DEL AMOR DE DIOS
Jesús mismo es quien nos declara el amor que Dos nos tiene a través de parábolas y gestos. Amor manifestado en perdón y misericordia. “Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor” (Jn 15, 9-10). Parece, por la traducción del texto, que nosotros tenemos poder para condicionar el amor de Dios. Sin embargo, más bien se debe interpretar que de nosotros depende el abrirnos al amor divino, pues Dios es fiel y no se retracta. “El Señor ha jurado a David una promesa que no retractará” (Sal 131,11).
PROPUESTA
“Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también unos a otros. En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os amáis unos a otros»” (Jn 14, 34-35).