
Señora, tú diste a Dios el manto
de tu carne santa, sin pecado.
Tu Hijo de tu naturaleza humana,
nos revistió de identidad sacra.
Pronto obedeciste a la llamada
de dar a tu Dios hacerse hombre.
Por la encarnación del Verbo en ti
la humanidad entera se salva.
La túnica de tu Hijo único,
la tejiste en tu propio seno.
Y Él nos la regala en testamento,
en hora suprema de su muerte.
Vestido nupcial, de sacerdote
estola, de príncipes ajuar,
hechos hijos amados de Dios,
con traje de fiesta, herederos.
No sabremos ver tan alto rango
dignidad que borra la pobreza,
por Quien se hizo hombre en tus entrañas,
y nos trata como a hermanos suyos.
Gracias, bendita entre las mujeres,
de entrañarnos en tu maternidad,
por ello hermanos de tu Hijo,
con título real, redimidos.
Ángel Moreno, 24, de enero 2022