TEXTO EVANGÉLICO
“Si cuando vas a presentar tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda (Mt 5, 23-24).
COMENTARIO
Cabe acercarse al altar teniendo en el corazón la espina del rencor, de la envidia, de los celos, del malquerer, de haber hablado mal del otro, y no obstante, participar en la Liturgia como si se estuviera en paz, en comunión, porque se piensa que nadie conoce el interior. Sin embargo, el texto sagrado, que hoy se proclama, afirma: “Sus ojos miran a los que le temen,| y conoce todas las obras del hombre” (Eclo 15, 19). Se autoengaña quien se sobrepone a la conciencia y se acerca al altar sin paz interior.
Es posible que uno desee la reconciliación, mas no le sea fácil exteriorizar el abrazo del perdón con quien siente dificultades de convivencia. Siempre es posible el gesto interior de orar por el que se siente adverso y Dios, que ve lo secreto, concederá la paz interior.
No se puede hacer violencia al altar; quien lo allana quedará expulsado y corre el riesgo de vivir con hastío, tristeza y violencia en su expresión religiosa y cultual. Es mejor la reacción humilde que la ostentosa. Dios acoge mejor al que se siente pecador que al que se cree perfecto.
PROPUESTA
Delante de Dios, ¿tienes acepción de personas?