JESÚS CAE EN TIERRA POR TERCERA VEZ
Hay veces que al ver tropezar a algunas personas de manera reiterada, las juzgamos y comentamos su debilidad, creyéndonos nosotros más fuertes. Quizá hay que experimentar la torpeza y la caída para comprender al que avanza con dificultad.
Jesús, según la tradición, cayó tres veces en el camino al Calvario; hizo suyas muchas de nuestras torpezas y debilidades crónicas para que nunca justifiquemos con ellas que permanezcamos en el suelo.
Jesús, ante la mujer denunciada, y arrojada al suelo, se agacha, y acosado por quienes se sienten justos, pronuncia una de las sentencias más existenciales: «El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra». (Jn 8, 7)
LA VARA DE MEDIR
Es fácil resaltar el defecto del prójimo para camuflar el propio. La escena que nos ofrece el Evangelio de este día nos debiera curar en salud e impedirnos alardear de fidelidad cuando somos pecadores.
Sorprende que quienes tenían pecado, se envalentonen ante la mujer sorprendida en adulterio, y el justo, que no tenía pecado, se compadezca de ella. ¡Cuánto cinismo denuncia el pasaje evangélico! Y ¡cuántas noticias y comportamientos sociales manifiestan la postura de los acusadores!
PROPUESTA
¿Eres consciente de tu propio pecado? ¿Eres misericordioso ante la debilidad del prójimo?