
VIII:- JESÚS SE DIRIGE A LAS MUJERES DE JERUSALÉN
Este domingo, el Evangelio nos sitúa en Betania, con motivo de la muerte de Lázaro, el amigo de Jesús, y la escena narra la conversación que el Maestro mantiene con Marta y con María, escenas que nos demuestran la sensibilidad y compasión del Nazareno. Por ejemplo, le dice a Marta: «Tu hermano resucitará». Marta respondió: «Sé que resucitará en la resurrección en el último día». Jesús le dijo: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; (Jn 11, 23-25). “Cuando llegó María adonde estaba Jesús, al verlo se echó a sus pies diciéndole: «Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano». Jesús, viéndola llorar a ella y viendo llorar a los judíos que la acompañaban
, se conmovió en su espíritu, se estremeció y preguntó: «¿Dónde lo habéis enterrado». Le contestaron: «Señor, ven a verlo». Jesús se echó a llorar” (Jn 11, 32-34).
BETANIA
A medida que vamos acercándonos a los días de la Pasión del Señor, deberíamos crecer en sentimientos
Las entrañas conmovidas de Jesús nos deben mover a tener misericordia con los que lloran. No significa debilidad ni falta de hombría emocionarse ante el dolor del prójimo, pero no puede quedar reducida nuestra compasión a mera emoción sentimental.
PROPUESTA
Ante las constantes noticias de sufrimiento, ¿te sientes endurecido ante el dolor del prójimo? ¿Las escuchas como quien ve un espectáculo? ¿Te conmueves y practicas alguna obra de misericordia? “Dichosos los que lloran, porque serán consolados”.