TEXTO BÍBLICO
“Jesús contestó: «Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. El que me glorifica es mi Padre, de quien vosotros decís: “Es nuestro Dios”, aunque no lo conocéis. Yo sí lo conozco, y si dijera “No lo conozco” sería, como vosotros, un embustero; pero yo lo conozco y guardo su palabra. Abrahán, vuestro padre, saltaba de gozo pensando ver mi día; lo vio, y se llenó de alegría».” (Jn 8, 54-56)
COMENTARIO
Jesús tiene como argumento permanente el amor de su Padre. No es pretencioso, ni se envalentona por sí mismo, Él se fía de Dios, de su declaración de amor. El conocimiento de que habla significa el amor mutuo que se tienen entre el Padre y el Hijo. Estas afirmaciones le están ocasionando problemas, y de un momento a otro se precipitará la Pasión del Señor.
IMAGEN: LA RELACIÓN DIVINA ENTRAÑABLE
Es difícil imaginar la decisión divina, para demostrarnos el amor que Dios nos tiene, si es a costa de la muerte de Jesús. Dios no mata, sino que muere en su Hijo. Dios no nos persigue, sino que nos busca. Dios no nos pide que ofrezcamos el hijo, sino que Él nos lo entrega. Quienes dan fe a este misterio, se enamoran de Dios, y entregan su vida por amor.
OFRENDA
El sacrificio de Jesús no es por una opción enfermiza, un tanto estoica, sino como Él mismo declara: “Nadie tiene amor más grande que el que la vida por sus amigos”. Y es momento como dirá santa Teresa, se ser amigos fuertes de Dios, para sustentar los flacos.
PROPUESTA
¿Te sientes llamado a asociarte a la Pasión de Cristo?