Texto evangélico
“Enseguida apremió a los discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran hacia la orilla de Betsaida, mientras él despedía a la gente. Y después de despedirse de ellos, se retiró al monte a orar. Llegada la noche, la barca estaba en mitad del mar y Jesús, solo, en tierra. Viéndolos fatigados de remar, porque tenían viento contrario, a eso de la cuarta vigilia de la madrugada, fue hacia ellos andando sobre el mar, e hizo ademán de pasar de largo. Ellos, viéndolo andar sobre el mar, pensaron que era un fantasma y dieron un grito, porque todos lo vieron y se asustaron. Pero él habló enseguida con ellos y les dijo: «Ánimo, soy yo, no tengáis miedo». Entró en la barca con ellos y amainó el viento.” (Mc 6, 45-51)
Comentario
Jesús apremia a sus discípulos a embarcarse, a cruzar el Lago de Galilea y a hacer la travesía hasta el otro lado. Estas referencias no solo implican a los apóstoles, sino que las podemos aplicar a nuestra vida. La travesía sobre el mar se puede interpretar como la travesía de la vida, y lo que acontece durante la noche, en medio de la oscuridad, y con viento contrario, es fácil aplicarlo a tantos momentos en los que uno se ve acosado por dificultades.
La situación que describe el texto es un referente esperanzador, porque si es verdad que caben situaciones de agotamiento, de combate frente al viento contrario, de fatiga y experiencia de límite, el relato señala que Jesús no pierde de vista a los suyos, y desde el lugar donde se ha retirado a orar, mira y se compadece de sus discípulos, hasta el punto de bajar, a la hora del alba, hacia ellos.
Me ha dado mucha confianza la expresión del Evangelio: “Viéndolos fatigados de remar, porque tenían viento contrario, a eso de la cuarta vigilia de la madrugada, fue hacia ellos”. Es posible que experimentemos soledad, fatiga, oscuridad y agotamiento, y que estemos a punto de rendirnos frente a la dificultad; pero si albergamos la certeza de que Jesús está viéndonos y de que no permitirá una tentación mayor que nuestras fuerzas, siempre nos debe acompañar la confianza.
A la hora de emprender una nueva etapa, en el tiempo que llamamos ordinario, cuando el invierno, el frío, la despoblación rural y la situación social, se asemejan al fuerte viento contrario, la seguridad de permanecer bajo la mirada de Jesús nos debe infundir ánimo. Espera en el Señor, sé valiente, espera en el Señor, y Jesús se aproximará, dejándonos sentir la evidencia de su paso, calmadas las aguas, amainado el viento, amanecido el día.
Te deseo que sientas dentro de ti la certeza de la mirada amiga y solidaria de Jesús.