Tiempo de Adviento 2023Con motivo del 150 aniversario del nacimiento de Santa Teresita, el papa Francisco ha publicado una exhortación que titula: “C’EST LA CONFIANCE”, y se inspira en los escritos de la misma santa: «La confianza, y nada más que la confianza, puede conducirnos al Amor» (Santa Teresa del Niño Jesús).

Al comenzar el Adviento, cabe que, siguiendo la exhortación, iniciemos o reemprendamos el camino de la sencillez, de la minoridad,  y de la infancia espiritual: “Uno de los descubrimientos más importantes de Teresita, para el bien de todo el Pueblo de Dios, es su “caminito”, el camino de la confianza y del amor, también conocido como el camino de la infancia espiritual. Todos pueden seguirlo, en cualquier estado de vida, en cada momento de la existencia. Es el camino que el Padre celestial revela a los pequeños (cf. Mt 11,25) (Confianza 14).

En muchos documentos e intervenciones, el papa Francisco, se refiere a la mundanidad que puede desolar el camino de la fe, y en la exhortación sobre la Confianza, señala: “Frente a una idea pelagiana de santidad, individualista y elitista, más ascética que mística, que pone el énfasis principal en el esfuerzo humano, Teresita subraya siempre la primacía de la acción de Dios, de su gracia (17). Y continúa el Papa: “La confianza plena, que se vuelve abandono en el Amor, nos libera de los cálculos obsesivos, de la constante preocupación por el futuro, de los temores que quitan la paz” (24).

En esta hora de guerras, violencia, migraciones, deportaciones, pobrezas, cuando la lógica es sentir desesperanza, agobio, tristeza o irritación, la actitud de santa Teresita, que vivió el siglo de las luces y del ateísmo en Francia, nos invita a la confianza: “De modo extraordinario penetró en las profundidades de la misericordia divina y de allí sacó la luz de su esperanza ilimitada” (27).

En la exhortación, el papa Francisco se hace eco del hecho que afianzó a santa Teresita en su confianza en la oración, cuando oró por el asesino Henri Pranzini, condenado a muerte, que se resistía al arrepentimiento, y cómo, antes de morir, besó por tres veces el Crucifijo: “Esta experiencia tan intensa de esperar contra toda esperanza fue fundamental para ella: «A partir de esta gracia sin igual, mi deseo de salvar almas fue creciendo de día en día»” (28).

Es momento de apostar por la confianza de manera esperanzada, y de convertirnos en cristianos que, en esta hora de tanta violencia, atraen por su actitud serena y confiada, fundados en la noticia de la Encarnación de Dios en nuestra humanidad.

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