TEXTO BÍBLICO
“Vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de todas las naciones, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. Y gritan con voz potente: «¡La victoria es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero!».” (Apc 7,9-10)
COMENTARIO
Hoy celebramos a todos los santos, a aquellos que están con Dios, quienes han terminado su carrera y han recibido la bienvenida en el cielo con las palabras: “Venid, benditos de mi Padre”. Seguramente son muchos más que los canonizados oficialmente. Son nuestros intercesores, y entre ellos se encuentran muchos con quienes hemos convivido y que ahora se ocupan de nuestras dificultades. Sobre todos ellos, es Jesucristo mismo, quien asumió nuestra naturaleza, quien aboga por nosotros.
Las Sagradas Escrituras afirman de manera categórica: “Santificaos y sed santos, pues yo soy santo” (Lev 11, 44). El Concilio Vaticano II presenta la vocación de todos los cristianos a la santidad. Sin embargo, aunque con la mejor voluntad intentemos alcanzar la perfección a través del esfuerzo ascético, debemos, como señala la última encíclica del papa Francisco, partir del amor de Dios. Aquellos que han creído en el amor generoso de Dios han hecho de su vida un testimonio de fidelidad como respuesta al amor recibido.
PROPUESTA
Da fe al amor de Dios y la santidad será tu identidad
