Queridos Amigos en el Señor:
¡Qué bien este reencuentro, después del intenso verano! Esta tarde, al comienzo del nuevo curso, nos sentimos “obligadas” a recordar los dos acontecimientos, que en este verano de 2019, nos han abrazado y unido como familia, como hermanos en Jesucristo.
Como ya sabéis, el cinco de julio nos dejó nuestro amigo Pablo Marín, presidente de la Fundación Buenafuente. Y el pasado 14 de septiembre, celebramos con gozo los cincuenta años de ministerio presbiteral y de servicio en Buenafuente del Sistal de nuestro querido capellán. Nuestro peregrinaje en esta tierra es así, entre luces y sombras, siempre en camino. Y ¡ojalá siempre con el salmo 18 en el corazón y en la boca: “Yo te amo Señor, tú eres mi fortaleza”. En constante oración de acción de gracias y de intercesión.
De nuestra dedicación estival a acoger personas que vienen para unos días de ejercicios espirituales y para compartir con nosotras unos días de oración, podemos decir con san Pablo que “hemos llegado a la meta” (2ª Tim 4, 7). Cómo hemos combatido, sólo Dios lo sabe. Igual que los últimos años, o mejor dicho igual que siempre, el Señor ha tenido en cuenta nuestras fuerzas. El descenso del número de personas en las tandas de ejercicios espirituales y el catering para la celebración de las bodas de oro, han sido los medios de Dios, para que hayamos llegado “a la meta”.