TEXTO BÍBLICO
“Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio” (Jn 19, 25-27).
COMENTARIO
El Papa Francisco ha instituido la memoria de la Bienaventurada Virgen María como Madre de la Iglesia, y se celebra el lunes siguiente a Pentecostés. Dura la resonancia del pasaje lucano en el que se describe a María junto con los discípulos de Jesús, que perseveraban en la oración. El icono del cenáculo suscita la memoria de la Última Cena y de la entrega total de Jesús, quien en la Cruz nos dejó como mejor herencia a su Madre. Ella se convierte en Madre de Misericordia, Madre de la Iglesia e intercesora eficaz ante su Hijo. No nos quedamos solos. Si cabe sentir cierta orfandad al apagar la luz del Cirio Pascual, porque se termina el Tiempo de Pascua, la Liturgia nos ofrece celebrar el don entrañable de Jesús en la Cruz, su propia Madre como compañera de camino.
MARÍA, MADRE DE LA IGLESIA
San Pablo VI, en la clausura de la tercera etapa del Concilio Vaticano II desgranó una serie de títulos, aplicados a María. “Madre y Maestra”. “Madre del Verbo Encarnado”. Y “para gloria de la Virgen y consuelo nuestro, Nos proclamamos a María Santísima Madre de la Iglesia, es decir, Madre de todo el pueblo de Dios, tanto de los fieles como de los pastores que la llaman Madre amorosa, y queremos que de ahora en adelante sea honrada e invocada por todo el pueblo cristiano con este gratísimo título.”
ORACIÓN
“Madre de la Iglesia, ruega por nosotros”.
PROPUESTA
¿Te encomiendas a la Virgen?