Artículo de José Caldedero publicado en Alfa y Omega el 15 de septiembre de 2022
San Cornelio nació en el año 180 en Roma, Fue el vigesimoprimer Papa de la Iglesia. Su pontificado tuvo lugar entre 251 y 253. Excomulgó a Novaciano en el año 251 Fue martirizado por el emperador Treboniano el 14 de septiembre del 253.
Cornelio nació en el año 180 en Roma. Junto a Novaciano, era sacerdote en la ciudad y ambos se dedicaban a la predicación de la Palabra de Dios, a bautizar a los que se convertían, a alentar frente al pecado y a reconfortar a los cristianos en tiempos de persecución religiosa. Y no les sobraba el tiempo. Por aquel entonces, el emperador Decio desató un cruento hostigamiento contra los católicos. Muchos entregaron su sangre por la fe, pero hubo otros tantos que no tuvieron el arrojo para hacerlo y decidieron apostatar. Estos últimos eran conocidos como lapsi, y provocaron un cisma. Una vez pasado el momento de peligro, los lapsi querían volver la Iglesia. Paralelamente, el Papa Esteban había sido martirizado mientras celebraba Misa en las catacumbas y, tras 16 meses sin poder nombrar un nuevo Pontífice, por fin Cornelio fue consagrado como obispo de Roma. Ya como Santo Padre, Cornelio se mostró partidario del perdón, la compasión y de readmitir en la Iglesia a los que la habían traicionado. Novaciano, por su parte, abanderó a los puros y rigoristas que se mostraban en contra de admitir a los lapsi.
Novaciano incluso llegó a dar un paso más y se consagró como obispo de Roma. Cornelio tuvo que condenar y excomulgar a su antiguo compañero. Más tarde, el Papa dio su vida por Cristo. El emperador Treboniano lo desterró a Civitavecchia y lo acusó de ofender a los dioses romanos y provocar la peste que afectó a Roma. Fue martirizado en el año 253 y su fiesta se celebra el 16 de septiembre. Su final es un guiño a todos esos mártires a los que Novaciano creyó que Cornelio deshonraba por abrir las fuentes de la misericordia a los pecadores.
¿La misericordia tiene límites? Esa misma tarea la tiene en la actualidad el sacerdote Ángel Moreno, designado en 2016 por el Papa Francisco como Misionero de la Misericordia, quien defiende que «la misericordia no tiene límites». El también capellán del monasterio de Buenafuente del Sistal, en Guadalajara, utiliza el Evangelio para justificar sus palabras. En concreto, acude al pasaje del paralítico de Cafarnaúm. «Sus amigos lo descolgaron por el techo y Jesús le perdonó sus pecados. Pero entonces la gente empezó a murmurar: “¿Quién es este que hasta los pecados perdona?”. ¿Y qué respondió el Maestro? “Para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad para perdonar los pecados, levántate y anda”. La gente se quedó admirada». Pues ese mismo poder «se lo ha dado a la Iglesia». Y no tiene límites. Cornelio lo aplicó a los lapsi y Francisco lo extendió a toda la humanidad. «En el encuentro que tuvimos este año los misioneros con el Papa, el Santo Padre nos dijo: “Misioneros, tenéis la misión de perdonar siempre y todo, siempre y todo”. Era una especie de apotegma. “¿Pero si alguien reincide?”, le decíamos. “Siempre y todo”, contestaba. “Pero, ¿y el código, la moral…?”. “Siempre y todo”», recuerda el sacerdote alcarreño.
Algo parecido hacían Cornelio y los primeros mártires. Según Moreno, «la medida que se aplicaban a ellos no era la medida que aplicaban a los demás. Con ellos mismos eran rigurosos y con los demás eran magnánimos». Es la misma actitud de Jesús, que «sale en defensa de la adúltera y le dice: “¿Alguien te ha condenado? No, Señor. Yo tampoco te condeno, pero anda y no peques más”», destaca el misionero. Por último, el capellán del monasterio de Buenafuente del Sistal habla de la confesión. Aunque «es posible que haya una práctica menor en los últimos años» de este sacramento, «es el modo histórico para que una persona sepa que no se ha autojustificado, sino que humildemente ha solicitado la mediación que Jesucristo ha querido para el perdón», concluye el sacerdote.