“Un brazo tendrá tres copas,
como flores de almendro, con cáliz y corola; también el otro tendrá tres copas, como flores de almendro, con cáliz y corola; y así los seis brazos que arrancan del candelabro. El candelabro tendrá cuatro copas, como flores de almendro, con cáliz y corola” (Ex 25, 33-34).
EL ALMENDRO
El almendro florece muy temprano, en pleno invierno. La Biblia hace referencia al candelabro, que según las indicaciones de Moisés, debe tener los brazos como flor del almendro. El profeta Jeremías alude al almendro refiriéndose a una visión, por tanto, también lo relaciona con la luz: “El Señor volvió a dirigirme la palabra: ¿Qué ves, Jeremías? Respondí: Veo una rama de almendro. El Señor me dijo: Bien visto, porque yo velo para cumplir mi palabra” (Jr 1, 11-12). Al relacionar la flor del almendro con el candelabro y con el Adviento, cuando en tantos lugares se acompaña este tiempo con la corona y los cuatro cirios, se puede ver el almendro como el árbol de la luz, que anuncia la venida del Mesías.
LA LUZ
En muchos lugares el Adviento se relaciona con el alumbrado especial de las calles, y dentro de casa, si la floración del azahar embriaga por su olor, la flor del almendro alegra porque con él despunta el tiempo de luz creciente. Cuentan que Francisco de Asís le dijo a santa Clara que no podría volver a verla por las habladurías del pueblo, Clara de Asís, apenada, le preguntó que cuándo podría volver a verla, y Francisco, curándose de la difamación, le dijo que en pleno invierno, que cuando florecieran los almendros. Y al salir del convento de san Damiano, todo los almendros estaban florecidos, por lo que el santo comprendió que no debía abstenerse de acompañar a la joven Clara.
PROPUESTA
¿Sabes interpretar los signos de luz?
