Éxodo 20,1-17; Salmo 18,1; 1Corintios 1,22-25; Juan 2,13-25
TEXTO BÍBLICO
«Quitad esto de aquí: no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre». «¿Qué signos nos muestras para obrar así?» Jesús contestó: «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré». Él hablaba del templo de su cuerpo. Y cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y creyeron a la Escritura y a la Palabra que había dicho Jesús.” (Jn 2, 16.18.21)
TIEMPO NUEVO
Hoy se proclama el Decálogo. Quien guarda los mandamientos, respeta su cuerpo, trata con dignidad a su prójimo, experimenta el torrente de gracia, que deja sentir el gozo y la paz, dones necesarios y necesitados para vivir serenos.
JESÚS, EL NUEVO TEMPLO DE DIOS
El Evangelio denuncia el comportamiento de quienes hacen negocio con la piedad popular, de los que especulan con lo sagrado y convierten el templo en mercado. Jesús no soportó que convirtieran la casa de Dios en tienda. Cuando Jesús habla de su cuerpo como templo de Dios, eleva nuestra corporeidad a santuario. Dentro del templo mana la fuente de agua viva. Del costado de Cristo brota el manantial que nos lava nuestros pecados y sacia nuestra sed de amor. Jesús es contundente: “No convirtáis en un mercado la casa de mi Padre” (Jn 2, 16).
PROPUESTA
¿Vives conscientemente la presencia sagrada que te habita?