TEXTO BÍBLICO
Jesús, unos ocho días después de estas palabras, tomó a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto del monte para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió y sus vestidos brillaban de resplandor (Lc 9, 28-29).
COMENTARIO
Cuando Moisés bajó del monte, su rostro resplandecía. En presencia de sus amigos más íntimos, Jesús se transfigura en el monte alto y su cuerpo se llena de luz. La Iglesia presenta este misterio de la vida de Jesús en el II Domingo de Cuaresma, para que no olvidemos la meta de las etapas cuaresmales, la luz pascual.
IMAGEN: LA TRANSFIGURACIÓN
La representación de la Transfiguración de Jesús sobre el monte alto, acompañado por Moisés y Elías en presencia de Pedro, Santiago y Juan es una escena muy venerada en la Iglesia Ortodoxa, y revela hasta qué extremo la Encarnación del Verbo ha dignificado y divinizado nuestra naturaleza. En Jesús transfigurado tenemos el adelanto de nuestro destino, a la vez que escuchamos la voz de Dios: “Este mi Hijo el amado”, que por gracia se extiende a cada uno de nosotros. En verdad somos amados de Dios.
EL DON DE TRANSFIGURAR
Cabe que cada uno tenga sus destrezas y, a su manera, al tomar la materia la dignifique haciendo que brille la belleza que esconde. El artista pintor, el escultor, el poeta, el arquitecto, el músico… nos ofrecen el destello de la belleza en sus obras. Pero todos podemos mirar la realidad y descubrir en ella la bondad que guarda. Dios todo lo hizo bueno. Jesucristo nos revela en su carne la hermosura de todo lo creado.
PROPUESTA
¿Descubres en todo la bondad que contiene? ¿Colaboras en transfigurar la realidad?