MARÍA, MUJER
«¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora» (Jn 2, 4).
COMENTARIO
La expresión que pone el evangelista en labios de Jesús para dirigirse a su madre, si no se lee en su contexto, resulta violenta. Y sin embargo contiene la mayor afirmación y dignidad con la que el Señor desea distinguir a su madre, al llamarla “mujer”.
El término “mujer” en el lenguaje bíblico significa esposa. Adán llamó a Eva mujer. En las bodas de Caná, María representa a la Iglesia. No es indiferente que Jesús, estando en la Cruz, llame de nuevo a su madre “mujer”, y le encomiende cuidar al discípulo amado, y a este que cuide de María como de su madre.
El paralelismo entre la boda de Caná y la muerte del Señor es tan evidente, que algunos se han atrevido a ver en la redacción del pasaje de la boda un anticipo de la entrega total de Jesús en la Cruz, lecho nupcial en el que ofrenda su cuerpo y su sangre como prueba de amor supremo por su esposa, la Iglesia.
En una lectura comparada se puede observar la afinidad de términos y protagonistas que se dan en la boda y en la Cruz. Jesús, su madre y el discípulo están en Caná y en el Calvario. La “hora”, el “agua”, el “vino-vinagre”, agua y sangre, están en ambas escenas. La boda de Caná hay que leerla a la luz de la Cruz, y la Cruz, a la luz de la boda. Jesús se entrega como auténtico esposo en el lecho del madero.
PROPUESTA
¿Te sientes amado por Jesús?