Es rumor, presencia silenciosa,
húmeda templanza bajo la mirada
entrañable y materna,
al hilo de la brisa atardecida.
Es memoria ancestral bajo cobijo,
refugio, escudo, fortaleza,
hendidura, que esconde al alma,
religiosa mirada, suspendida.
Es anhelo, pregunta, súplica,
rezo, ofrenda, estancia,
imán del corazón,
cobijo, retorno al origen de la fe.
Es más y es nada, abismamiento,
certeza de saberse amado,
sin poder demostrarlo a nadie,
arropado, bajo el manto de heredero.
Viene a la memoria la demanda
de otros muchos, su recuerdo.
¡Reza por mí a la Santina!
Promesa reiterada de cumplirla.
Es privilegio saberse en las pupilas
maternales, del corazón ensanchado,
en el que todos caben,
por más que no lo sientan.
Recia montaña, cueva remecida
reflejo de Dios en rostro humano,
abrazo en tiempo sumergido,
en no sé qué, que colma los deseos.