TEXTO BÍBLICO
«Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente». Contestó Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!» (Jn 20, 27-28)
CONSIDERACIÓN
Jesús resucitado sigue dejándose palpar en las llagas de los más pobres, en las heridas de los que sufren, y quienes se atreven a poner sus manos en los menesterosos gozan de alegría en el corazón y de la experiencia indecible que ensancha por dentro. No olvides, en tu herida está tu don.
ORACIÓN
“Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré. Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa esperanzada” (Sal 15, 8-9).
CUESTIÓN
¿Has sentido la alegría que surge en el interior cuando se hace bien al necesitado?