TEXTO BÍBLICO
“«Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás; pero, como os he dicho, me habéis visto y no creéis. Todo lo que me da el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré afuera, porque he bajado del cielo no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. Esta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que me dio, sino que lo resucite en el último día. Esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día».” (Jn 6, 35-40)
COMENTARIO
En el pueblo de Israel permanece la memoria del Éxodo, y cómo fueron alimentados sus padres en el desierto por el maná. Jesús se presenta a la Samaritana como “agua viva”, y en el discurso de Cafarnaúm afirma que Él es el “pan de vida”. Las palabras tienen un sentido literal y figurado, en este caso lo que desea afirmar Jesús es que, al igual que para subsistir es necesario comer y beber. En la noche suprema Él se va a dar en el pan y en el cáliz como comida y bebida saludables para quien cree.
IMAGEN: LA EUCARISTÍA
Este tiempo pascual gira en torno a los sacramentos de iniciación, bautismo y eucaristía. Son muchos los que en la cincuentena pascual participan por primera vez en la mesa del Señor. En la eucaristía se nos ofrece la entrega total de Jesús, fuente de vida, y es motivo de entrega en quienes participamos en la Cena del Señor. Quien como del pan santo se convierte en aquello que come, según san Agustín, y siente en su interior la fuerza de saberse habitado por el Resucitado.
PROPUESTA
¿Cuándo participas de la Mesa del Señor te sientes alimentado y enviado?