TEXTO BÍBLICO
«Sal y permanece de pie en el monte ante el Señor». Entonces pasó el Señor y hubo un huracán tan violento que hendía las montañas y quebraba las rocas ante el Señor, aunque en el huracán no estaba el Señor. Después del huracán, un terremoto, pero en el terremoto no estaba el Señor. Después del terremoto fuego, pero en el fuego tampoco estaba el Señor. Después del fuego el susurro de una brisa suave. Al oírlo Elías, cubrió su rostro con el manto, salió y se mantuvo en pie a la entrada de la cueva. Le llegó una voz que le dijo: «¿Qué haces aquí, Elías?» (1Re 19, 11-13).
COMENTARIO
Si tenemos en cuenta el Evangelio que hoy se proclama, el de la tormenta calmada por Jesús (Mt 14, 22-23), y la teofanía que tiene lugar en el Monte Horeb, podemos comprobar la semejanza entre Jesús y Elías, pues ambos aparecen solos en el monte en actitud de oración. Además, en ambos textos suceden fenómenos tormentosos, que evolucionan hasta que llega a sentirse el viento amainado y la brisa suave, momento de la experiencia de Dios.
Los fenómenos del huracán, el terremoto, el incendio, la tormenta y el viento fuerte, que evolucionan en suave brisa, en susurro, rumor, en una suave voz, son interpretados por Mariel Mazzocco, en su libro “Elogio de la simplicidad”, como lenguaje divino. “Dios se abre camino en nosotros con toda discreción y simplicidad. Y en esta presencia impalpable que trasciende lo material y lo sensible, el ser humano se abre a la Alteridad”.
Si nos aplicamos estas imágenes, encontramos una posible guía para cuando nos acontezcan situaciones semejantes por turbación, estrés o dificultades ante los que deberemos esperar a que se tornen en brisa para poder sorprendernos del paso del Señor. En medio de la tormenta cabe reaccionar de manera precipitada. El consejo del salmista es esperar.
PREGUNTA
¿Te ves aludido en el miedo de los discípulos, o en la experiencia de Dios?