
EVANGELIO
CONSIDERACIÓN
Este año, por caer en domingo el 25 de julio, es año santo compostelano, y por motivo de la pandemia, el papa Francisco, a petición de la Iglesia de Santiago de Compostela, ha ampliado el tiempo jubilar, que se prolongará durante todo el año 2021 y 2022. Más que nunca necesitamos la intercesión del Apóstol para que sigamos las huellas de su Maestro, el Señor Jesús.
El texto evangélico nos puede escandalizar, al comprobar el egoísmo y la especulación en la súplica de la madre de los Zebedeos, al pedir los primeros puestos para sus hijos. En otros relatos, son los mismos discípulos quienes se atreven a pedir al Maestro la derecha y la izquierda en su reino.
La secuencia que se proclama este día no pretende tanto señalar la torpeza de la petición materna, cuanto la profecía que supuso la respuesta de Jesús: “Mi cáliz lo beberéis”. El apóstol Santiago fue el primero de entre los discípulos que sufrió el martirio a manos de Herodes. En la catedral del patriarcado armenio de Jerusalén se venera el lugar de la degollación del Apóstol.
Cómo no hacer referencia a la peregrinación, a la que nos invita y evoca esta fiesta. Por más de 25 años hemos tenido la experiencia del Camino de Santiago. La vida es un peregrinaje, es ir detrás de Jesús y avanzar hacia la meta que Él nos ha preparado. El peregrino sabe que debe despojarse, avanzar ligero, ser solidario, y etapa tras etapa va comprendiendo y saboreando lo que es transitorio y lo que es esencial, hasta llegar al abrazo del Santo, del Señor Santiago.
Todos podemos y debemos ser peregrinos, allá donde estemos, con la sabiduría de caminar, aunque sea despacio, sin rendirnos ni echarnos a la cuneta. El modo de seguir la ruta primitiva y auténtica es avanzar por el Camino que es Jesucristo.