Stop
Cuaresma, tiempo de hacer cuentas, de ver cómo vas de equipamiento, de si te pesa el macuto y vas sobrecargado innecesariamente. Es de sabios llevar el peso justo.
El peregrino adquiere la experiencia de buscar a la vez un refugio donde recuperar las fuerzas y de lo necesario que es no detenerse, por atractiva que sea la etapa.
Ten el equilibrio de saber parar y de avanzar. Es principio de sabiduría lo que dice san Anselmo: “Deja un momento tus ocupaciones habituales, hombre insignificante, entra un instante en ti mismo, apartándote del tumulto de tus pensamientos. Arroja lejos de ti las preocupaciones agobiantes y aparta de ti las inquietudes que te oprimen. Reposa en Dios un momento, descansa siquiera un momento en él” (San Anselmo).
Ponte en camino
La razón de ponerse en camino es haber escuchado la llamada al seguimiento. No emprendemos el itinerario cuaresmal por un esfuerzo titánico, sino por haber sentido que Jesús, mirándonos a los ojos, nos ha llamado. A cada uno a una forma de vida cristiana. Este es el secreto del discípulo, saberse llamado por Jesús:
Después de esto, salió y vio a un publicano llamado Leví, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: «Sígueme». Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió. Leví ofreció en su honor un gran banquete en su casa, y estaban a la mesa con ellos un gran número de publicanos y otros. Y murmuraban los fariseos y sus escribas diciendo a los discípulos de Jesús: «¿Cómo es que coméis y bebéis con publicanos y pecadores?» (Lc 5, 27-32).
Propuesta
Hospeda a Jesús en tu casa y siéntate a la mesa que Él te ofrece en la Eucaristía.