virgen de fatima

Revestíos todos de humildad en el trato mutuo, porque Dios resiste a los soberbios, mas da su gracia a los humildes. Así pues, sed humildes bajo la poderosa mano de Dios, para que él os ensalce en su momento. Descargad en él todo vuestro agobio, porque él cuida de vosotros. Sed sobrios, velad. Vuestro adversario, el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quien devorar. Resistidle, firmes en la fe, sabiendo que vuestra comunidad fraternal en el mundo entero está pasando por los mismos sufrimientos. (1Pe 5, 5-9)

REFLEXIÓN

Sed humildes: Doble llamada a la humildad, en el trato con los hermanos y ante Dios. Dios resiste a los soberbios, y enaltece a los humildes. “Tened todos el mismo sentir, sed solidarios en el sufrimiento, quereos como hermanos, tened un corazón compasivo y sed humildes. No devolváis mal por mal, ni insulto por insulto, sino al contrario, responded con una bendición, porque para esto habéis sido llamados, para heredar una bendición” (1Pe 3, 8-9). El apóstol Santiago se hace eco de las mimas consideraciones: “Por tanto, sed humildes ante Dios, pero resistid al diablo y huirá de vosotros” (Sant 4, 7). Recomendaciones que se convierten en antídoto cuando uno se enfada por dentro.

Descargad en él todo vuestro agobio: Por la oración es posible drenar el corazón de todo lo que nos pone nerviosos, sabiendo que somos escuchados por Dios. La oración desahoga el ánimo, es la relación con el Tú más acogedor, serena el alma, fomenta la serenidad, afianza la esperanza. “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré.” (Mt 11, 28) ¡Qué gran don es tener trato con Dios!

Sobrios: En tiempos de confinamiento es buena la ascesis, la disciplina, el orden, el tener un programa diario, ajustarse a las horas, cambiar de tarea. Cabe pasar del trabajo doméstico, a la lectura; de la lectura, a la oración; de la oración, a conocer las noticias; del juego, al descanso… Pero siempre con medida. “Por eso, ceñidos los lomos de vuestra mente y, manteniéndoos sobrios, confiad plenamente en la gracia que se os dará en la revelación de Jesucristo.” (1Pe 1, 13) Lo peor es abandonarse a la inercia, y a la apatía.

Atentos y vigilantes: El Tentador sabe por dónde somos más débiles, él nos propondrá seducciones halagadoras, de manera especial en este tiempo de confinamiento. Cabe que nos acose con tentaciones egoístas, que nos lleven a la tristeza, al repliegue, al desánimo. Este es un momento recio, que hay que saberlo encarar. “Vigilad, manteneos firmes en la fe, sed valientes y valerosos. Que todo lo vuestro se haga con amor.” (1Co 16, 13) En la noche de la prueba salva el estar despiertos, para salvarnos del ladrón.

Resistir firmes en la fe: La posibilidad de enfrentarnos al Tentador es la fe, la súplica, traer a la memoria la ofrenda que ha hecho Jesucristo para librarnos del pecado y de la muerte. Solo cuando se contempla al Crucificado cabe despreciar los halagos del Malo. “Habéis sido comprados a buen precio. No os hagáis esclavos de hombres” (1Co 7, 23). “Cuando comprendemos el sentido de lo que Dios ha hecho por nosotros, entonces sentimos nacer en nosotros el sentido de la fidelidad” (C. Martini, El sol interior, 91)

El mundo entero está pasando por los mismos sufrimientos: Puede parecer un argumento egoísta. Si no te ayuda la contemplación de los sufrimientos del Crucificado, quizá eres más sensible al dolor que está padeciendo la humanidad en este momento. Ayuda saber lo que otros sufren, y como luchan. Ayuda el ver la generosidad de muchos. “Por eso, animaos mutuamente y edificaos unos a otros, como ya lo hacéis” (1Tes 5, 11).

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