Noche de Getsemania Viernes Santo 2023

Noche de Getsemania Viernes Santo 2023En la noche del Jueves Santo, cuando tiene lugar la hora en la que Jesús se adentra en el Huerto de los Olivos, resuena la sentencia del Creador, cuando fueron echados Adán y Eva del jardín del paraíso: “El Señor Dios lo expulsó del jardín de Edén, para que labrase el suelo de donde había sido tomado. Echó al hombre, y a oriente del jardín de Edén colocó a los querubines y una espada llameante que brillaba, para cerrar el camino del árbol de la vida.” (Gn 3, 23-24)
Esta noche, “después de cantar el himno salieron para el monte de los Olivos” (Mt 26, 30). Jesús toma a sus discípulos más íntimos y entra con ellos al recinto sagrado de Getsemaní, y abre las puertas del recinto santo a la humanidad. “Llegan a un huerto, que llaman Getsemaní, y dice a sus discípulos: «Sentaos aquí mientras voy a orar». Se lleva consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, empezó a sentir espanto y angustia, y les dice: «Mi alma está triste hasta la muerte. Quedaos aquí y velad». Y, adelantándose un poco, cayó en tierra y rogaba que, si era posible, se alejase de él aquella hora; y decía: «¡Abba!, (Mc 14, 33-36)

Por esta noche recuperamos el acceso al Huerto-Jardín y la posibilidad de llamar a Dios papá. Dicen que la profecía del anciano Simeón a María se refería a este momento, cuando le anunció que gracias a ella se levantaría la espada que impedía entrar de nuevo al Paraíso. Y resuena el Cantar de los Cantares: “Entre mi amado en su jardín” (Cant 4, 16) “He entrado en mi jardín, hermana mía, esposa” (Cant 5, 1)
Si al comienzo del relato bíblico de la creación, un querubín expulsa al hombre, esta noche un ángel del Señor consuela a Jesús, el Primogénito de los hombres. Si al principio la desobediencia de los primeros padres provocó la expulsión del espacio hermoso, que Dios había preparado para su criatura, esta noche la total obediencia de Jesús a su Padre –“Abbá, que no se haga lo que yo quiero, sino lo que Tú quieres” -reconcilia la humanidad con el Creador.

Como efecto de la conducta de Adán y de Eva, emancipada de la voluntad divina, el jardín se convirtió en desierto. «Por haber hecho caso a tu mujer y haber comido del árbol del que te prohibí, maldito el suelo por tu culpa: comerás de él con fatiga mientras vivas; brotará para ti cardos y espinas, y comerás hierba del campo. Comerás el pan con sudor de tu frente” (Gn 3, 17-19). Jesús, “en medio de su angustia, oraba con más intensidad. Y le entró un sudor que caía hasta el suelo como si fueran gotas espesas de sangre.” (Lc 22, 44). Por este sudor hemos recibido esta noche el pan de balde: “Y, tomando pan, después de pronunciar la acción de gracias, lo partió y se lo dio, diciendo: «Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced esto en memoria mía». (Lc 22, 19) «En verdad, en verdad os digo: no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo». Entonces le dijeron: «Señor, danos siempre de este pan». Jesús les contestó: «Yo soy el pan de vida. (Jn 6, 32-35)

Getsemaní tiene la resonancia terrible de la traición, de la infidelidad, de la noche más oscura, pero a su vez es el lugar donde se percibe el secreto que guarda Jesús para afrontar la Pasión. El Nazareno es aquel que llama a Dios “Papá”, y es desde esta conciencia que, a pesar de la resistencia de su naturaleza humana, ante el sufrimiento, se entrega en abandono confiado: “Señor, tú eres mi lámpara; | Dios mío, tú alumbras mis tinieblas. Fiado en ti, me meto en la refriega, | fiado en mi Dios, asalto la muralla.” (Sal 17, 29-30) Cada uno tenemos la posibilidad creyente de fiarnos de Dios y de afrontar las dificultades de la vida.

 

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