EVANGELIO
“Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros»” (Lc 6, 36-38).
SANTOS PADRES
“Acerquémonos con un corazón sincero y una conciencia pura, para que alcancemos gracia y misericordia en el tiempo oportuno: la gracia y la misericordia del Hijo único, nuestro Señor y salvador Jesucristo, por el cual y con el cual sea la gloria, el honor y el poder al Padre y al Espíritu dador de vida, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén (San Juan Crisóstomo).
CONSIDERACIONES
Los textos bíblicos nos aseguran que Dios es clemente y misericordioso, lento a la ira y rico en piedad. Ejemplo para actuar de la misma manera.
Para beneficiarse de la misericordia divina es necesario que reconozcamos nuestra debilidad, el propio pecado, y pedir humildemente perdón.
Nadie podrá decir que ha pedido perdón a Dios y que no lo ha recibido, si ha acudido a Él con humildad.
PROPUESTA
Al rezar el Padre Nuestro, ¿sientes que perdonas de la misma manera que pides perdón a Dios?