
TERCERA ESTACIÓN: JESÚS CAE EN TIERRA
“Hay en Jerusalén, junto a la Puerta de las Ovejas, una piscina que llaman en hebreo Betesda. Allí estaban echados muchos enfermos, ciegos, cojos, paralíticos. Estaba también allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo. Jesús, al verlo echado, y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo, le dice: «¿Quieres quedar sano?» El enfermo le contestó: «Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se remueve el agua; para cuando llego yo, otro se me ha adelantado». Jesús le dice: «Levántate, toma tu camilla y echa a andar» (Jn 5, 4-8).
No es remedio permanecer derrumbado, escéptico y desesperanzado, aguardando la fortuna para levantarnos. Quien mira a Jesús, adquiere conciencia de la fortaleza que le asiste, y es capaz de levantarse.
LEVÁNTATE
El paralítico, el ciego, el leproso y hasta la niña muerta se levantaron cuando escucharon la voz del Señor. Dice el papa Francisco que Jesús entiende de levantadas, no de caídas. Él cayó al suelo para decirnos que es posible ponerse en pie.
El ciego de Jericó, que estaba tumbado en el suelo, escuchó: «Ánimo, levántate, que te llama». Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. “Levántate, que te llama” (Mc 10, 49-50).
PROPUESTA
¿Justificas tu postración pensando que no tienes remedio, o tienes el coraje de levantarte siempre que tropiezas y caes?