TEXTO BÍBLICO
“El que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ese es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos” (Jn 10, 1-2.7.9).
COMENTARIO
El texto resalta el término “puerta”, que no solo indica cómo entrar a un lugar sin violencia, sino que Jesús se declara puerta por la que entrar al espacio más saludable. En las escenas de Pascua, el mismo Evangelio reseña que los discípulos permanecen con las puertas cerradas. El Resucitado no solo es la puerta, sino que atraviesa los muros de nuestros confinamientos para mostrarnos los títulos por los que se ha convertido en puerta y pastor.
IMAGEN, LA PUERTA
La puerta se refiere a quien se acerca con deseos de acogida; en este caso es el Amor del alma: “Mi amado llama: «Ábreme, hermana mía, amada mía, mi paloma sin tacha; que mi cabeza está cubierta de rocío,| mis rizos del relente de la noche» (Ct 5, 2). Imagen que se repite en el Nuevo Testamento: “Mira, estoy de pie a la puerta y llamo. Si alguien escucha mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo” (Apc 3, 20). San Juan Pablo II, en la catequesis de preparación del año 2000, nos invitó insistentemente: “Abrid vuestras puertas al Redentor”. Jesucristo se convierte en el Mediador, por quien alcanzamos la salvación.
PROPUESTA
¿Estás encerrado? ¿Tienes abierta la puerta de tu corazón?