TEXTO EVANGÉLICO
“Había un funcionario real que tenía un hijo enfermo en Cafarnaúm. Oyendo que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a verlo, y le pedía que bajase a curar a su hijo que estaba muriéndose. Jesús le dijo: «Si no veis signos y prodigios, no creéis». El funcionario insiste: «Señor, baja antes de que se muera mi niño». Jesús le contesta: «Anda, tu hijo vive». El hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino. Iba ya bajando, cuando sus criados vinieron a su encuentro diciéndole que su hijo vivía. Él les preguntó a qué hora había empezado la mejoría. Y le contestaron: «Ayer a la hora séptima lo dejó la fiebre». El padre cayó en la cuenta de que esa era la hora en que Jesús le había dicho: «Tu hijo vive». Y creyó él con toda su familia” (Jn 4, 46-53).
PASO DE PASIÓN: EL CAUTIVO
“La cohorte, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, lo ataron y lo llevaron primero a Anás, porque era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año; Caifás era el que había dado a los judíos este consejo: «Conviene que muera un solo hombre por el pueblo» (Jn 18, 12-14).
CONSIDERACIÓN
La piedad y la devoción cristianas representan el momento en el que el Señor es apresado, llevado a prisión y encerrado en los calabozos de la casa del sumo sacerdote. En Tierra Santa, uno de los lugares más sobrecogedores se venera en la iglesia del Galli Cantu, cuando se baja al fondo de las cisternas en las que se encarcelaba a los presos.
El salmista llegó a clamar: “Me has colocado en lo hondo de la fosa, en las tinieblas y en las sombras de muerte; tu cólera pesa sobre mí, me echas encima todas tus olas. Has alejado de mí a mis conocidos, me has hecho repugnante para ellos: encerrado, no puedo salir, y los ojos se me nublan de pesar” (Sal 88, 7-10).
Pero en medio de tanto fracaso, la iconografía viste de blanco al Señor, y en ello la piedad cristiana esboza y adelanta el triunfo de quien se somete y se humilla, pero será enaltecido.
PREGUNTA
Los momentos oscuros ¿los vives con la luz de la fe?