TEXTO EVANGÉLICO
“Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es verdadero. Hay otro que da testimonio de mí, y sé que es verdadero el testimonio que da de mí. Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él ha dado testimonio en favor de la verdad. No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para que vosotros os salvéis. Juan era la lámpara que ardía y brillaba, y vosotros quisisteis gozar un instante de su luz. Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido llevar a cabo, esas obras que hago dan testimonio de mí: que el Padre me ha enviado. Y el Padre que me envió, él mismo ha dado testimonio de mí” (Jn 5, 31-37).
PASO DE PASIÓN: NUESTRO PADRE JESÚS DEL GRAN PODER
“Terminada la burla, le quitaron la púrpura y le pusieron su ropa. Y lo sacan para crucificarlo” (Mc 15, 20).
CONSIDERACIÓN
Parece una paradoja invocar a Nuestro Padre Jesús como Señor del Gran Poder, cuando su imagen representa a una persona condenada a muerte, y muerte de Cruz. Y sin embargo, resuena su enseñanza: El que quiera ganar su vida, que la pierda.
San Pablo llega a decir: “Por eso me complazco en mis flaquezas, en las injurias, en las necesidades, en las persecuciones y las angustias sufridas por Cristo; pues, cuando estoy débil, entonces es cuando soy fuerte” (2Co 12, 10). Ante el Señor del Gran Poder toda prepotencia se desvanece. Si el que siendo poderoso se humilla, qué sentido tiene pretender el poder. De los pequeños y humildes es el Reino de los Cielos.
En el rostro del Señor se han fijado las miradas de tantos que buscan un sentido a sus vidas, salud en su enfermedad, alivio en sus pruebas, paz interior, unión en su familia… En Él nos encontramos con muchos y nos convertimos en solidarios de sus plegarias.
PREGUNTA
¿Te encomiendas al Señor? ¿Intercedes ante Él por los más necesitados?